Como en aquella canción infantil que aún guardo en la memoria, así parece estar nuestra sociedad en estos tiempos que corren. Todos los sacrificios, esfuerzos y renuncias parece ser que son exigidos tan solo a los ciudadanos corrientes. Por su parte los que más tienen y por tanto los que más podrían aportar en este país para intentar salir, o cuanto menos paliar, esta crisis en la que estamos inmersos son los que menos aportan. No solo conformes con esta postura, podemos comprobar, día a día, que aparte de su nula aportación también pretenden salir con los bolsillos bien llenos, aprovechando todas las oportunidades que esta supuesta situación les brinda para enriquecerse a costa de los ciudadanos. Es vergonzoso que un juez nos confirme en una sentencia lo que los trabajadores de Lozas San Claudio denunciaron en numerosas ocasiones en sus reivindicaciones confirmando que el empresario Álvaro Ruiz de Alda es culpable de falsificar las cuentas para precipitar el cierre de una fábrica tan emblemática en nuestra región.
Hoy sale en la prensa que empresas que recibieron fondos públicos para la creación o consolidación de empleo son los que recortan o frenan la creación de puestos de trabajo.
Desde luego alguien debería poner freno a esta sin razón y darle la vuelta a este mundo del revés.
Un saludo.
E.M.M.
2 comentarios:
Por desgracia Pablo, es algo a lo que estamos acostumbrados. Empresas con subvenciones millonarias que amarran todo lo que pueden y luego van a la quiebra, empresarios con negocios bien asentados y que de la noche a la mañana dejan de ser rentables, amiguismos franquiciados en las administraciones que se reparten el pastel y dejando como en el chiste "el hueco", negocios miserables con la formación de los trabajadores por parte de los sindicatos, empresas viables que son gobernadas por niñatos con pretensiones de magos administrativos, para los que las personas son meros números en asientos contables y lo más miserable... representantes del pueblo que sólo esperan pegar su pelotazo político y a vivir que son dos días.
En este país se lleva robando desde tiempos inmemoriales y lo más cojonudo (sin perdón)es que todavía se mantiene en pié.
No por ser costumbre ancestral, deja de ser imperdonable. Lo triste es que nos acostumbremos a estas situaciones y pasen a nuestro lado sin tan siquiera inmutarnos.
Por cierto creo apostar que Pablo es de una opinión similar a la nuestra, pero en este caso el post es mio. Gracias M. Ángel por tu contestación.
E.M.M.
Publicar un comentario